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martes, 24 de abril de 2018

LAS FLORES

Había un prado lleno de flores de todos los colores y formas.
Era un prado muy bello y extenso.
Desde lejos se veía como si hubiera una sábana hecha de retales de diferentes telas de colores y formas.
Las flores hablaban unas con otras y tenían su propia personalidad.
La margarita era sencilla, humilde y bonita.
Las rosas, sobre todo las rojas eran vanidosas.
Se creían superiores a las demás flores y no solían hablar nada más que entre ellas y con una jerarquía basada en los colores que tenían cada una de ellas.
El crisantemo era muy sensible, lloraba por cualquier cosa y las petunias eran muy elegantes.
Los claveles, por su parte, tenían mucho carácter, se enfadaban mucho entre ellos y odiaban a las rosas porque se sentían inferiores a ellas.
En realidad, les tenían envidia verde y viscosa porque los caminantes que pasaban por allí siempre se acercaban primero a los rosales.
A decir verdad, debían sentirse dichosas pues las rosas eran por su hermosura, las primeras en ser cortadas, mientras las demás flores disfrutaban de más vida aunque menos brillante.
Los niños sabemos que la envidia es así, no entiende de lógica, no se elige, ella te elige a ti un poco como el amor verdadero.
Un día pasó un señor y cortó una rosa roja, se clavó una espina la tiró y la pisoteó
Después fue cogiendo las demás rosas rojas, pues quería hacer un ramo para su mujer. De manera que dejó el prado sin una rosa roja.
Las demás flores se rieron y se pusieron contentas, porque las odiaban.
Pero más tarde se dieron cuenta que hasta las rosas rojas vanidosas tenían su propio encanto y sentido como parte del prado.
Así aprendieron que cada uno a su manera tiene su importancia, aunque no nos lo parezca.


I.S.G.