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martes, 8 de enero de 2019


DULCE NAVIDAD



Yo sé que es políticamente incorrecto, pero estaba deseosa que terminara la Navidad.

Ese tiempo de buenos deseos, comilonas y villancicos que yo cada vez odio más.

Si pudiera saltaría desde el principio hasta después del día de los Reyes Magos.

¿Porque no me gusta algo tan bonito?

Porque está tan edulcorado como un kilogramo de caramelos sin azúcar.

Porque es tan falso como una persona madura con botox en el rostro. Está más joven pero pierde expresividad.

Hace muchos años, cuando era pequeña, vi una película que creo que era mejicana, quizás de Buñuel. La verdad es que no lo recuerdo, que me puso ya en guardia contra la navidad.

Se veía una niña que le decía a un adulto que ella había sido muy buena porque los Reyes no le habían traído regalos.

Hay que tener en cuenta que todo el mundo no puede comprar a sus hijos los regalos que quieren y que todo el mundo no puede poner en la mesa lo mejor de la tierra y del mar.

También una familia larga, en la que no falte ningún miembro, y en la que se lleven todos medianamente bien es una entelequia.

Es un tiempo en el que se aprecian más las desigualdades sociales y de todo tipo.

La verdad es que lo que mas me gusta es que nazca otro año, las cosas en principio no van a cambiar mucho, pero nos hacemos la idea que todo irá a mejor y de ilusión también se vive.



I.S.G.




U.R.A.


Hoy voy a hablar de las personas que tenemos una enfermedad mental. La verdad es que nos limita mucho en el trabajo, en la pareja y en nuestra vida en general.
Solemos decir que no nos entienden, pero a decir verdad, a veces no me entiendo ni yo misma.
Según mi experiencia, que no deja de ser una de las muchas que puede haber, lo más importante es conocerse a si mismo.
Como a todo el mundo le pasa, normalmente con la edad te conoces más, aunque siempre hay gente que son como Peter Pan, que nunca crecen por más que pasen los años.
Además por lo menos en mi enfermedad (soy bipolar) los profesionales me han dicho que la enfermedad con la madurez se hace menos virulenta.
Yo quiero dar mi agradecimiento a la U.R.A, porque pienso que si no te basta con ir a tus citas con el o la psiquiatra, pues necesitas un tratamiento más personalizado.
Estas unidades te dan citas más cercanas, tratamiento psicológico y un montón de profesionales que entienden lo que es tu enfermedad y actividades que te ayudan a no aburrirte, (pues muchos no trabajamos y los días son muy largos), a estar con otros pacientes y a paliar en lo posible el deterioro cognitivo que te produzca la enfermedad o a pensar en general.
Yo entré en la U.R.A. Después de varias recaídas muy fuertes, la última una depresión severa, aunque en aquel tiempo iba, al menos, a recaída por año en el mejor de los casos.
Después de un año en el dispositivo empecé a poder llevar una vida medio normal. Por fin mi vida no era un levantarse, caer y empezar de nuevo. He estado doce año sin recaídas, aunque como sabéis los que comprendéis mi enfermedad no sin pequeñas subidas y bajadas.
Antes iba solo a mis citas y no me veía haciendo actividades, pero después de una recaída empece a ir más y como hay mucho tipo de actividades existen algunas que se asemejan más a mi perfil y ahora para mi es importante, me siento más segura y sé que siempre puedo encontrar una persona que me escuche, lo cual para mi es fundamental.
Si no fuera por ellos a veces, no podría hablar con nadie y solo me quedaría coger el
ordenador para contarle mis penas.

El ordenador es muy agradecido nunca se queja, aguanta como el mejor de los maridos que le cuentes tus problemas, no se cansa y no te cuenta los suyos.

Pero tiene un fallo, te dice lo que quieres escuchar. No te asesora ni te ayuda a comprender y ver los problemas desde otra perspectiva, eso me ayuda mucho a llevar mi enfermedad y a relativizarla. Y eso lo encuentro en este dispositivo.

Que no todo es perfecto, nada lo es:
  • Faltan medios.
  • Hay masificación.
  • En algunos casos cambian demasiado al personal, de modo que cuando te has hecho a una persona te la cambian por otra. Lógicamente te cuesta acostumbrarte a esos cambios.



I.S.G.