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lunes, 14 de agosto de 2017

El coraje de vivir

Para vivir padeciendo una enfermedad mental, que no es lo mismo que durar, el coraje tiene que venir de serie.

El buitre del suicidio ha sobrevolado, en casi todos los casos nuestras cabezas. En muchos casos se ha intentado realmente, en unos casos con más suerte que en otros.

Hay un cuento de Jorge Bucay que habla sobre como todo lo que nos ocurre pasará y a eso nos tendremos que aferrar en las crisis, en los malos momentos.

El hecho de que la mayoría de nosotros, entre los que me incluyo, no trabaje por causa de la enfermedad, hace que nos sintamos poco valiosos.

En esta sociedad si trabajas y en que trabajas es muy importante.

Tenemos muchas horas muertas y eso no es bueno. La cabeza da vueltas.

Después está el tema de la pareja. Existen entre nosotros muchos a las que su pareja los ha dejado. Yo pienso que por dos causas, Es difícil convivir con la enfermedad, sobretodo al principio y porque no nos querían lo suficiente.

He comentado en este escrito muchas cosas negativas, pero yo creo que la experiencia de vivir siempre es esperanzadora. Nunca se sabe lo que te queda por vivir.

Hay muchas cosas por la que merece la pena darle gracias a la vida, que cada uno haga su lista personal.



                                                                                                        I.S.G.

La espera




Tengo miedo de volver allí.

Donde tu no estás.

Soy una niña asustada que se agarra a su muñeca de trapo.

Tu haces que se abran mis ojos en la oscuridad.

Ahora el miedo me invade

Tu voz me responde como un eco.

Ya no le da sentido a mi vida.

Rezo para que vuelvas como la esposa espera al soldado que partió para la guerra.

Quisiera no necesitarte, pero eso no es más que una quimera.

Tus palabras me tranquilizan en la soledad de mis noches.

Son un armazón para que crea ser la mujer fuerte y decidida

que otros ven, pero yo sé que es un espejismo.

Siempre seré ese patito feo que aspira a la perfección.      


                                                                                                                    ISG   




El estío y el hastío

Estoy mirando por la ventana de mi habitación.

Un cuarto destartalado, desde donde se ve casi toda la ciudad a través de una mosquitera.

En la cama hay un libro prestado, del que llevo pocas páginas leídas y en la mesita de noche un equipo pequeño de música y un ventilador.

Hace mucha calor, las aspas del ventilador dan el fondo musical a la escena.

Estoy por motivos de salud, como una estatua, sin moverme.

No obstante, reconozco que me muevo un poco por mi casa.

Tengo la sensación que siempre que empiezan a irme las cosas mejor, ocurre algo y tengo que volver a empezar de cero.

Ahora que mi vida es tan oscura. Necesito pensar que algo dará luz a mi vida

Quiero gritar mi angustia y mi soledad, pero me trago el dolor e intento serenarme.

De joven odiaba las rutinas.

Hoy creo que son un cabo donde aferrarse del vacío de la existencia.


Ahora mi vida está vacía, llena de nada.      I.S.G.