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martes, 6 de febrero de 2018

MÁS DE CIEN MENTIRAS

Hay una canción que no sé si es de Joaquín Sabina o de Joan Manuel Serrat, puesto que en un concierto que he visto la interpretan los dos, que no es muy conocida, al menos por el gran publico, en la que el estribillo dice que hay más de cien razones, más de cien motivos para no cortarse de un tajo las venas y enumera esos motivos. Yo no recuerdo esos motivos pero es una canción que me encanta.

La escucho a veces como un mantra.

Yo voy a dar mis motivos, puesto que muchos hemos pensado alguna vez en desaparecer del mapa, cuando las cosas se ponen feas.

El primero y principal es que no se puede dar marcha atrás, y la vida a veces te da un trago amargo, para después pasar a vivir cosas buenas y esas ya no las vivirás nunca.

Siempre hay alguien que te echa una mano, aunque solo sea una persona, lo importante es que sepas pedir ayuda lo suficientemente fuerte.

A veces, no lo hacemos por vergüenza o por que no sea que los otros descubran que somos vulnerables, que no es lo mismo que débiles. Pero a veces lo confundimos.

Una vez escuche que en el mundo hay más gente buena que mala, lo que ocurre es que los malos hacen más ruido.

Yo añadiría que cuando te hacen daño, muchas veces lo recuerdas más que cuando otras personas se portan bien contigo.

Yo tengo el defecto o la virtud de ser muy despistada respecto a quien me quiere hacer daño, lo tiene que hacer muy directo para que me dé por aludida.

En cambio, me agarro a un clavo ardiendo, como se suele decir, cuando lo estoy pasando mal y siempre encuentras en alguien unas pupilas que te comprenden, normalmente porque han pasado por lo mismo o se dedican profesionalmente a ello.


Así que cuando estés muy mal, recuerda que alguien que sabe de lo que habla te recomienda que cuentes hasta cien o hasta mil antes de tomar semejante decisión y que antes de cortarte las venas, déjatelas largas y si crees en Dios, que no es obligatorio, no le pidas que te solucione los problemas que tienes, sino que te de fuerzas para solventar los que se pueda y aceptar los imposibles de solucionar.
I.S.G.

EL ÚNICO CAMINO

Antonio, un joven luchador y sensato, había dejado el camino que lo alejaba de la aldea, se adentraba en el bosque del monte, iba camino de la sierra a entregar a los leñadores del monte una carga de sal, a cambio de veinticinco monedas, que le había ayudado a cargar su hermana Bernarda a un mulo con el que intentaría hacer el camino.

Su padre muerto recientemente era quien debía hacer la entrega. Antonio se adentraba en el bosque y recordaba como el padre le decía que quien ve sombras es asechado, cuando vio su propia sombra y pensó: coger el camino que ataja el bosque solo me hará tardar dos días y podría comprar el ungüento que necesita mi hermano pequeño para la ulcera antes de que se marche el médico de la aldea. Pero el bosque es infranqueable con un animal de carga y volvió atrás. El camino del corazón.

Pensó en subir el camino de la ladera que le haría estar de vuelta en cuatro días, tiempo suficiente para entregar la dote a los padres de Cecilia, una joven aldeana que amaba y a quien otro joven desposaría si él no conseguía estar de vuelta antes en la aldea pero el asno estuvo cerca de caer y perder toda la carga, de forma que desistió seguir. El camino de la pasión.

Por el río tardaría ocho días, no podría comprar el ungüento para el hermano, ni desposar a Cecilia, pero obtendría las suficientes monedas para poder abastecerse el invierno y Bernarda, su hermana, no tuviera que trabajar como sirvienta en la hacienda cerca de la aldea cuya familia tienen tierras y ganado y cuyo uno de sus hijos pretendía a Bernarda en matrimonio, pero el río llevaba bastante caudal y amenazaba llover así que decidió volver a la aldea. El camino de la razón.

Hasta que pasara el invierno no podría llegar a la sierra, resignado puso a cubierto al animal y guardo la sal en un lugar seco, el cielo empezó a tronar, se echó a descansar desolado, pero llegó Bernarda y le dijo que se había prometido con el hijo del dueño de la hacienda cerca de la aldea y que éste  había comprado el ungüento para su hermano y que lo emplearía a él en las tierras, Antonio se alegró y pensó que sobrevivir, el único camino.


FJGB