Antonio, un joven luchador y sensato,
había dejado el camino que lo alejaba de la aldea, se adentraba en el bosque
del monte, iba camino de la sierra a entregar a los leñadores del monte una
carga de sal, a cambio de veinticinco monedas, que le
había ayudado a cargar su hermana Bernarda a un mulo con el que intentaría
hacer el camino.
Su padre muerto
recientemente era quien debía hacer la entrega. Antonio se adentraba en el
bosque y recordaba como el padre le decía que quien ve sombras es asechado,
cuando vio su propia sombra y pensó: coger el camino que ataja el bosque solo
me hará tardar dos días y podría comprar el ungüento que necesita mi hermano
pequeño para la ulcera antes de que se marche el médico de la aldea. Pero el
bosque es infranqueable con un animal de carga y volvió atrás. El camino del
corazón.
Pensó en subir
el camino de la ladera que le haría estar de vuelta en cuatro días, tiempo
suficiente para entregar la dote a los padres de Cecilia, una joven aldeana que
amaba y a quien otro joven desposaría si él no conseguía estar de vuelta antes
en la aldea pero el asno estuvo cerca de caer y perder toda la carga, de forma
que desistió seguir. El camino de la pasión.
Por el río
tardaría ocho días, no podría comprar el ungüento para el hermano, ni desposar
a Cecilia, pero obtendría las suficientes monedas para poder abastecerse el
invierno y Bernarda, su hermana, no tuviera que trabajar como sirvienta en la
hacienda cerca de la aldea cuya familia tienen tierras y ganado y cuyo uno de
sus hijos pretendía a Bernarda en matrimonio, pero el río llevaba bastante
caudal y amenazaba llover así que decidió volver a la aldea. El camino de la
razón.
Hasta
que pasara el invierno no podría llegar a la sierra, resignado puso a cubierto
al animal y guardo la sal en un lugar seco, el cielo empezó a tronar, se echó a
descansar desolado, pero llegó Bernarda y le dijo que se había prometido con el
hijo del dueño de la hacienda cerca de la aldea y que éste había comprado el ungüento para su hermano y
que lo emplearía a él en las tierras, Antonio se alegró y pensó que sobrevivir,
el único camino.
FJGB