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martes, 8 de mayo de 2018

LIMITADO


El cielo azul, en el que se reflejaba el mar,
hacia tener a las aguas cristalinas del arroyo color plateado,
diciendo hasta donde el verde prado debe iniciar los montes,
y luego las montañas y el horizonte dentado.
Y en aquel lugar una mujer sentada en el regazo de un hombre
reposaba con la primera mirada perdida a lo lejos,
con el primer halo de sosiego, mientras él,
recostado apoyando su brazo sobre la verde hierba
impregnada aún de un abundante rocío, mostraba,
de nuevo por primera vez
el agrado y deleite conquistados por una mujer.
Jamás alguien había pisado esa tierra, llenado con su presencia,
compartido con otros seres.
Y antes de ello, el hombre tomó la mano de la mujer,
siendo como un ligero hilo en un fuerte hilar,
y en ese momento un reflejo del cielo,
el mar y la tierra descansaron sobre las manos entrelazadas de ambos,
uniéndose así; el horizonte con lo inconmensurable del infinito,
el firmamento y la más infinitesimal partícula de tierra.

FJGB